lunes, 15 de diciembre de 2014

VIVE DEBAJO DE TONELADAS DE BASURA

SU 'PALACIO' ES DE BASURA


Hay quienes coleccionan gorras, peluches, monedas, carros a escala o fotografías, pero Edgar Emilio Vásquez es un coleccionista fuera de lo común, porque su 'chicle' es ¡la basura!

Fotos Wirman Ríos para Q'hubo
Al mejor estilo  del programa 'Acumuladores' del canal Discovery,  Edgar Emilio vive en medio de aproximadamente 3 toneladas de basura, una colección que alimenta a diario con papel, plástico, llantas, latas, partes de vehículos, varillas, costales rellenos de toda clase de materiales, vidrio, enseres rotos y por supuesto, ratas, cucarachas, garrapatas y mosquitos.
“Yo soy uno de los desplazados de Navarro y mi profesión es ser recolector de tesoros, así muchos lo llamen basura. Aunque usted no lo crea, vivo en medio de una mina de oro”, aseguró este peculiar personaje mientras bebía de un vaso cerveza.

Lo increíble del caso es que dentro de la misma vivienda, ubicada en la Diagonal 26E con Calle 72T del barrio Marroquín III,  Edgar cocina, duerme y hace sus necesidades fisiológicas. “En mi fogón cocino la aguadepanela que me tomo a diario y duermo relajado con mis dos ñeñés (sus perros), ellos son mis vigilantes”.

Un dolor de cabeza. Mientras Edgar vive montado en la película de que acumula grandes tesoros, los vecinos mantienen molestos por la infestación de insectos, roedores y los malos olores. “Aquí ha venido el Dagma, la Policía y todas las entidades que usted se imagine, pero nadie hace nada. Estamos cansados por los problemas de sanidad que esto ocasiona,  ya hasta  los ratones pasan y nos saludan”, aseguró una vecina del sector.

Cuando este acumulador en potencia  abre la puerta de su palacio de basura, lo primero que sale es un hedor  y luego  una gran maraña de mosquitos da la bienvenida  a cualquier visitante. 

“Cuando traigo el cargamento no boto ni siquiera un tornillo porque todo sirve. Mire... el kilo de tubos vale $1,000, esos ‘bómper’ de carros (señala al techo) valen $10.000, por el cartón dan  $300 el kilo y por el cable dan una gran fortuna”, asegura mientras hace los cálculos con su mano y suelta una carcajada. 

Panales de huevos, chatarra,  leña, colchones, muñecos ‘descabezados’ y todo lo que usted botaría de su casa, Edgar lo guarda como si se tratara  de un botín que brilla más que el oro. “Mi sueño es hacer de todo esto un gran negocio, espere y verá”, finaliza al mismo tiempo que bebe el último sorbo de cerveza.





* Nota publicada en el periódico Q'hubo Cali

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