EL MERCADO DE LA CHATARRA
¡Todo barato, todo barato y hasta yo también me vendo!”, dice la canción de 'Ric y su Conjunto Sasón', pero esta frase es una de las más repetidas en uno de los comercios más inusuales y tradicionales de la ciudad: el mercado de las pulgas del Centro. Los domingos y los lunes festivos el barrio Sucre se llena de expertos cachivacheros, patrones de la chatarra y reyes del segundazo que complacen con sus mercancías a los más avezados clientes.
“Si necesita novia acá se la venden, y si no la tienen como usted la busca se la consiguen”, dijo entre carcajadas Enrique, quien andaba buscando un repuesto. “Uno de aquí no se va con las manos vacías, algo se lleva”, remató este comprador. Y está en lo cierto. En el ‘shopping’ de Sucre, que se extiende por la Carrera 9 y 10 entre Calles 16 a la 18, se pueden conseguir repuestos de vehículos y máquinas, ropa y zapatos de segunda en buen estado, toda clase de antigüedades, cargadores para celular, cables de todo tipo, electrodomésticos, juguetes, relojes, pelucas y hasta gafas con aumento.
“La ‘merca’ se la compramos a los recicladores o uno mismo la busca y la repara. Yo tengo hasta réplicas de cuadros famosos a precio de huevo”, dijo Alexis Betancourth, quien lleva en el negocio del mercado de pulgas más de ocho años. Esta plaza, que sólo funciona los fines de semana, puede ser bastante lucrativa. “En un día bueno uno se puede vender hasta $150.000, eso sí, toca guerriarla”, dijo Francisco Montes quien vende zapatos de todos los estilos y prendas de vestir que van desde los $500.
A estos maestros del cambalache les toca llegar antes de las 5:00 a.m. para asegurar su puesto en la calle, luego extienden un plástico o cartones sobre los andenes y empiezan a subastar sus tesoros al mejor postor.
¿No lo quiere?, ¡se lo compro!
Muñecas con el pelo chamuscado, cepillos para embolar zapatos, partes de motocicletas, monedas extranjeras, botellas de licor vacías, pedazos de pvc, trofeos, llaves, tuercas oxidadas, toda clase de losa, lámparas de kerosene, y hasta escapularios son exhibidos. Usted se preguntará ¿quién compra una alcancía rota?, pues le puedo asegurar que hay clientes para todo.
“La mejor compra que he hecho fue la de un portátil en $100.000, y otro día compré una tortuga morrocoy en $7.000, me la llevé porque me dio pesar verla tirada en la calle y con calor, y ahora es mi mascota”, dijo Juan Carlos Erazo, quien visita el ‘shopping’ cada 8 días en busca de tesoros y ya tiene el olfato afinado para los gangazos.
Entre cascos industriales, fajas reductoras, pedazos de manguera, destornilladores, espátulas y ruedas de juguetes, Elmer de Jesús Villegas busca un radio pero ya lleva en la mano un vaso de licuadora que compró en 4.000 pesos. “Acá todo es más económico y lo mejor es que se encuentran cosas que no venden en ninguna otra parte”, aseguró Elmer, quien cada ocho días llega al Centro con 10.000 pesos en el bolsillo y se lleva un canasto lleno de cacharros.
En medio de la algarabía, se nota que la vida en Sucre no es fácil, ni siquiera para alguien como Wilson Rodríguez, que se conoce todos los metederos de estas calles. “Me robaron mi carreta llena de chatarra, me confié y paila”, dijo mientras nos enseñaba el denuncio que interpuso. Y es que con la ‘fuma’ en la que Wilson mantiene a diario, no se puede quejar porque la suerte también le ha sonreído. “La otra vez recogí un jacuzzi y lo vendí en $50.000”, comentó entre risas.
Tarots, crucifijos, televisores, abanicos, y hasta cortauñas viejos hacen parte de esta colección, una mina deseable para los cazadores de tesoros.
Rebuscadores de sueños
“Hoy vendo chicles, mañana lapiceros y si el cielo me da limones pues vendo limonada”, dice con el encanto paisa Richard (foto izquierda) quien busca un plante de chatarra para montar su propio negocio. Por su lado Martha y Katherin (foto derecha) son madre e hija y todos los fines de semana bajan desde Siloé en busca de un ingreso extra para el sustento de su familia.
*Nota publicada en el periódico Q'hubo.
Fotos: Wirman Ríos/Q'hubo
- Muchos de los vendedores de la zona son habitantes de la calle que buscan ganarse la vida dignamente.
- A este mercado de pulgas llega gente de todos los estratos sociales a comprar. También venden mercancía nueva.