miércoles, 7 de octubre de 2015

UNA NOCHE EN EL SÓTANO


Para sumergirse en el universo gay sólo basta con bajar las escaleras que conducen al sótano. Aquí, a unos 5 metros bajo tierra, ocurre la metamorfosis de cientos de transformistas  que salen de su caparazón y se escabullen entre las luces láser y la música.

El Sótano queda en el Centro de Cali y tiene nombre de discoteca. Afuera se puede divisar un trozo de lo que será el interior. Carros lujosos repletos de hombres, muchachos andrógenos que no pasan de los 20 años de edad y mujeres que al final de la noche exhalan hombría para marcar su territorio.

Un reinado transformista fue el pretexto para adentrarnos. El contacto lo hicimos por teléfono con Hugo. Por la voz me lo imaginaba como un hombre mujeriego, quizás recorrido y hasta 'charlón', pero ante mi se paró una hermosa rubia de mirada pícara, con un vestido que marcaba sus sensuales curvas y con unos tacones de 8 cm. de alto. 

“En la tarde hablaste con Hugo, pero ahora soy Michelle Pfeiffer”, me dijo el mismo hombre del teléfono, pero ahora con voz de fémina. Comenzamos el descenso al paraíso trans.

La canción que retumbaba por los parlantes era ‘Maldito el tiempo’ de 'Michel El Buenón' mientras mi nariz percibía un olor como a caramelo, producto de la mezcla de perfumes. La oscuridad era contrastada con las luces coloridas y la decoración sofisticada, pero el humo viscoso le servía a más de uno para ocultar sus rostros ante la visita de heterosexuales extraños.

Michelle nos puso a tono con el cuento del reinado. Mientras nos contaba que esta era la quinta versión y que sólo podían participar transformistas, es decir, aquellos que se visten como mujer pero que no son operados, yo no podía dejar de mirar sus labios carnosos color rosa y su sensualidad, era toda una mujer.

Michelle o mejor Hugo, es comunicador social, tiene 21 años y trabaja organizando eventos. Ella no sueña con ser biológicamente una mujer (con óvulos y útero) porque ya lo es en alma y lo refleja con su cuerpo. “En este reinado se valen pelucas, cintas, fajas, rellenos, espuma y cualquier otro truco”, dijo la rubia mientras una gota de sudor amenazaba con destruir el elaborado maquillaje que tal vez le tomó horas.

La testosterona no hizo presencia aquella noche. Un hombre fornido y vestido con un pantalón ajustado que dejaba apreciar el tamaño de su miembro, comenzó a ejecutar sexys movimientos al son de ‘A dormir junticos’; no había terminado la primera estrofa cuando se le acercó un señor de unos 60 años, lo apretó contra su cuerpo y ambos se unieron en un mismo apasionado vaivén.

Al otro lado de la pista una pareja hacía público su amor. Sus lenguas se abrían paso entre sus húmedas bocas mientras sus manos se entrelazaban cómplices del deseo. En este Sótano la comunidad LGTBI es libre de expresar su sexualidad, aquí se pueden amar sin censura. 

Igual que en el mundo ‘hetero’ había toda clase de parejas: catanos amacizando a sus ‘pollos’, quizá para exprimirles un poco de juventud. Hubo peleas y reconciliaciones con 'chupada de trompa', miradas celosas y parches en busca del ‘entuque’ de la noche. Aquí todo es igual a cualquier discoteca, sólo que más extravagante y con cambio de roles.

Lady Gaga fue quien guió los pasos de las 10 candidatas aprovechando el ‘plumero’ que se levantó con su canción ‘Poker face’, quienes como cualquier diva llevaban trajes de gala muy elaborados, llenos de piedras y lentejuelas. Aunque la mayoría eran del Valle, decir que eran representantes de India, Italia y España les daba un toque de glamour. Parecía el templo de la belleza, cada detalle del atuendo estaba fríamente calculado.

Ellas nunca podrán casarse ni tener hijos (al menos en Colombia), no pueden ir a la iglesia cogidos de la mano, y no se pueden besar en un restaurante sin ser juzgados, pero no fue sino ver sus caras de felicidad mientras se pavoneaban, para comprender lo bien que se sienten con su sexualidad y aunque viven en un cuerpo equivocado, han aprendido a sortear las limitaciones de la naturaleza.

Al final de la noche coronaron a Dayana Ferrer, representante de República Dominicana y la euforia se fue desvaneciendo a medida que el sol amenazaba con liquidar su secreto.

Se abrieron las puertas de El Sótano y comenzó el ascenso a la realidad, aquella donde el proceso de liberación se invierte y deben volver a su molesta caparazón.



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